BARCELONA 108 – 76 LENOVO
Le sobró medio tiempo al Barcelona para recoger la invitación del Real Madrid al clásico de la final. (108-76). Un segundo cuarto de récord en la historia de la Copa, 40 puntos, le fue suficiente al cuadro de Roger Grimau para sentenciar el choque. Especialmente bueno el partido de Willy Hernangómez en los minutos de ebullición culé.
El Barça arrancó el partido con la fuerza del que sabe que le espera el enemigo favorito en la final. Un parcial de 7-0 para los de Grimau con Parker como principal acto de los culés. Vidorreta y los suyos insistían en tiro de tres. Sin mucha suerte. Fallaba Guy y, noticia, fallaba también un humano Doornekamp. Uno de nueve en triples en tan solo cinco minutos para los amarillos.
Defensa tensa y balones a Willy
El guión tras el descanso fue parecido. Avisaba el Barça, centrado ya en defender su renta y no dejar que Tenerife se le acercara. Para ello, Grimau recalcó el plan. Defensa tensa y balones a Willy Hernangómez, que superaba los 15 puntos con suma facilidad. El Lenovo Tenerife por lo menos comparecía en este cuarto con Huertas y Guy haciendo lo que podían.

Cook quería seguir jugando y con sus puntos recortaba tímidamente los 30 puntos de distancia. Los azulgranas transitaban con paso firme y tranquilo hacia la final de una Copa cuya emoción se había quedado en los cuartos, (78-48).
REAL MADRID 95 – 76 VALENCIA
Y a pensar en lo de este domingo, un Clásico para decidir la Copa. Vuelve el Madrid a la final después del resbalón del año pasado. Es la décima en las últimas 11 ediciones. Tratará de recuperar un cetro que no levanta desde 2020, precisamente en Málaga. Su exhibición de poderío fue contundente, con muchos jugadores a buen nivel: Musa (18 puntos) Poirier (10+8), Yabusele (14+6), Campazzo (10 con nueve asistencias)… Con la suma de todos destrozaron a los taronjas, que aguantaron el primer golpe, pero se derrumbaron tras el segundo hasta estar 27 abajo (80-53).
Las faltas de Davies, jugador capital para Mumbrú, pesaron. Comenzó metiendo dos triples ante Tavares. Viejo recurso. Pero también cometió dos personales en tres minutos. A partir de ahí a los taronjas les tocó penar. Sin el pívot, como si se hubieran quedado sin brújula, se perdieron. Fallaron 10 tiros seguidos y el Madrid, en esos cinco minutos de vacío rival, fue a degüello. Le endosó un parcial de 16-0 a lomos de Musa que amenazó con romper pronto la semifinal cuando apenas había amanecido (19-6).

Mumbrú probó con todas sus piezas hasta que dio con el físico de Anderson -tremendos muelles para taponar y machacar- y los puntos de Ojeleye. Se pusieron a remar para recortar la desventaja. Al final del primer cuarto, 23-17 con el Madrid dominando el rebote (17-7), pero flojeando en el triple: sólo uno y de Poirier, protagonista también de la fiesta de tapones hasta el descanso, con cinco por bando.