Real Madrid 80 – 90 Unicaja
La hegemonía del Real Madrid en el baloncesto español terminó en Murcia. El momento de la temporada no invita a grandes reflexiones ni lecturas más allá del magnífico título del Unicaja de Málaga (80-90) en la Supercopa Endesa. Acabó con la racha blanca (todas las coronas del último curso) con un ejercicio de equipo formidable. Dominando la final al completo y sabiendo sufrir cuando el Madrid, fiel a su ADN, colocó las cosas al límite. Es supercampeón, con todas las letras.

Las finales, antes de todo, hay que saber jugarlas y ganarlas. El Unicaja entendió mejor, de inicio, cómo plantear la batalla en Murcia. Sin miedo a los triples ante un Real Madrid que presentó a Usman Garuba en el quinteto como novedad tras la baja por enfermedad de Mario Hezonja. Pero Unicaja salió activo, y endosó un parcial de 0-12 en menos de tres minutos, construido por Perry y Taylor y cuatro pérdidas blancas. No se abrió la lata capitalina hasta dos tiros libres de Campazzo tras dos minutos y 57 segundos de final.
El susto fue serio. Porque tras seis puntos seguidos de Kameron Taylor (metió 11 en el primer cuarto), Unicaja se fue hasta el 5-21. Obligó al Real Madrid a despertar de golpe, tirando de Campazzo y Deck. Pero no cortó a los malagueños porque un triple de Barreiro (13-30, 8′) les siguió dando alas. El primer parcial resultó de ensueño para los cajistas, con 32 puntos y un toque de atención al Madrid, que tenía que remar mucho (19-32, 10′).

Musa lanza un pase.EMILIO COBOS
Los de Chus Mateo todavía están faltos de ritmo y piernas, es una realidad. Pero se agarraron a la final. Deck se convirtió en el bastión habitual y un Llull muy activo apretó para ir encontrándose dentro del partido (30-42, 15′). Eso sí, el Unicaja no rebajó su intensidad y acierto. Con un fondo de armario en el que el físico de Kravish o Sima secundó arrebatos de talento de Tyler Kalinoski.
Pero a fuerza de percutir y no permitir parciales grandes, el Madrid entró en calor. Lo dio acudir a la personal con insistencia, algún fallo cajista (pasos de Taylor, técnica a Ibon Navarro) y detalles de Rathan-Mayes en transición y un mate de Tavares (39-44, 18′). Para cambiar el sopapo de salida por una progresiva mejoría.
Último cuarto
Cosa que demostró el amanecer de los últimos 10 minutos de final. Unicaja repitió tirón, y el Madrid lo fió todo a un Usman Garuba ingobernable. Se pegó con todos por dentro en defensa, sumó rebotes y anotó bajo tablero para que los andaluces no se disparasen (68-72, 34′). El alma del campeón defensor en el momento sombrío.
El interior de Azuqueca metió al Madrid y Feliz, su mejor socio, con Llull llegaron a colocarse a un punto. Pero Unicaja tenía más. Fue desde lejos, algo que habían perdido con el avance de los cuartos. Kalinoski hizo un triple vital y tras un error de Musa en una bandeja, Taylor, siempre protagonista, metió otro (73-80, 37′).
El escolta, bastante desaparecido toda la Supercopa, se colocó el mono de trabajo. Cogió un rebote ofensivo que transformó y mantuvo el margen tras el empuje de Campazzo para meter al Real Madrid en una final que no pudo dominar en ningún momento.